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Tus donaciones financieras cambian vidas para siempre. Colaboremos con Dios y su ministerio.
Dar es parte de nuestra adoración. Queremos que nuestra familia de la iglesia dé, no por obligación, sino con un espíritu de adoración. Tu donación permite que se haga la obra de Dios en nuestra Iglesia, en nuestra comunidad y en todo el mundo. El acto de dar nos cambia, haciéndonos más parecidos a nuestro generoso creador.
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